viernes, abril 17, 2015

La angustia de perder un vuelo en el extranjero.














Mi regreso de Ohio a Buenos Aires iba a resultar bastante largo, por el hecho que tenía que tomar un micro de 14 horas 40 minutos de duración, el subte, el tren aéreo, una espera de unas 4 horas, check in, espera para el embarque, 10 horas de vuelo para Santiago de Chile, espera de dos horas y media y dos horas de vuelo a Buenos Aires. Un itinerario poco estimulante, donde tenía que dormir 2 noches fuera de una cama. 

Salió el micro a las 9 y 20 de la noche, el mismo no contaba con. casi, ninguna comodidad, siquiera se reclinaba el asiento. 
A los 22 minutos de viaje, comencé a dudar sobre mi abuelo, sobre el horario, y hete aquí, me dí cuenta que el avión que saqué boleto de vuelta, ya había salido.
La tensión subió de manera sublime, saqué la computadora que, además, tenía carga limitada, ya que no tenía donde enchufarla. No me podía comunicar por internet, la red pública no era aceptada por la misma...Tenía la responsabilidad de comunicarle a la persona que me tenía que ir a buscar  a Buenos Aires y a la persona que me albergó en Ohio. 
Después de 1 hora tratando de hacer configuraciones diversas, fue en vano.

Apagué la computadora, la angustia hacía que se me haga un nudo en la garganta y que me duela la cabeza, además de acelerar mis pensamientos negativos. Yo tengo la dificultad que, soy de insultarme mucho y de enterrar más la fosa.  Me di cuenta de mi situación laboral, que era un inutil por eso no podía hacer nada, que era un dependiente de mierda, que este año lo único que hice fueron cagadas. Que me enfermé dos veces, que me lesioné el abductor, que el mecánico me cobró lo que quiso, que aprendí a desconfiar, aún más de la gente, y estaba bien...porque hay un tipo falible a caer, le podés decir lo que quieras, si total no te sirve, no es funcional a los intereses del resto. Y yo sin dudas, no soy funcional a los intereses de nadie.  Hasta me planteé haber tenido un celular con internet, pero me dí cuenta que era un caso extraordinario.

En la primer parada, pude comunicarme con estas dos personas, avisé que perdí el vuelo y listo. Además vi los precios de los vuelos de LAN y no bajaban de los 1800 dólares, no llegaba por el limite de la tarjeta ni por el efectivo.
Las elucubraciones sobre si dormía en la terminal, como la película, que carajo iba a hacer para deambular, no tenía idea. Además el agigantamiento de mis insultos fueron, cada vez más, voraces. 
Todo esto mezclado a bajar y subir del micro infinidades de veces, muchas esperas y poca tranquilidad.
Soy más propenso a pelear los descensos que a luchar por un campeonato, en este caso estaba en un abismo mental inmanejable. 
Me había hecho un conjunto de pasos: el primero era llegar al metro, el segundo parte a, era tomar el micro. El segundo parte b era tomar el tren para el aeropuerto. El tercero era el peor que era reclamar el boleto.

Llegué al Aeropuerto 12 y media del mediodia. Ingeriendo sólo jugos de naranjas y galletas berretas. Deambulé, sospechosamente, por la Terminal 8 del aeropuerto JFK. Pregunté en informes y me dijeron que espere hasta las 15 y 30. Leí en la reglamentación de LAN que mi boleto no tenía devoluciones, que tenía que comprar otro por el tipo de pasaje inflexible que tenía. Me angustié más y comencé a caminar dando vueltas por una locación pequeña. Fui, por los nervios, millones de veces al baño.
A las 14:30 fui adonde estaba LAN, había una persona esperando, era chileno y se llamaba Manoel, había perdido la conexión a China por no tener la VISA, también estaba angustiado, pero creo que no era tan auto-desvastador como yo.  Hablamos sobre esto, sobre las sensaciones causadas, que la hora no pasa, porque cuando estás en ansiosa espera, los minutos se hacen más largo. Cualquier cosa ibamos a pagar un hotel entre ambos, y luego, pensé ir a la embajada Argentina a explicarle mi situación.

Pasó él primero, estuvo largo y tendido, pero le solucionaban el tema, estaba aliviado y yo tenso. 
Vino una señora y me dijo que problema tenía. Mentí y le dije: "que en el micro no me devolvieron la valija, que tuve que volver a Philadelphia a buscarla"
No me causó gracia mentir, pero era más aceptable que comentarle mi gran olvido. 
La señora le avisó a la supervisora, me dijo que los vuelos estaban más de 1500 dólares, pero entendiendo mi situación, sólo pagué la penalidad de 200 dólares y eso me aliviano, porque viajaba el mismo día y todo estaba solucionado. 

Dos cosas para culminar esta narración: la buena predisposición de la gente de LAN, a pesar que era clara la reglamentación y no tenía derecho a reclamar nada; la segunda es que hay que esperar al final para caer o suspirar aliviado, yo me hice infinidades de películas de terror.





lunes, abril 13, 2015

Un sábado a la noche, alcohólico en Columbus












Estar pasado de alcohol, o borracho, directamente haciendo uso del lenguaje común, me lleva a construir una entidad favorable para mi interior, ridícula para el exterior.
Paradoja ¿no? me destruyo fisicamente para sacarme el gran peso mental.
Correcto, lo pragmático me lo meto en el orificio del buzo.  
Ayer, sábado a la noche, estuve borracho y punto. Donde el tiempo es inconexo y hasta la formas se deforman, no me doy cuenta del pasaje del mismo ni retratar a la gente desconocida, parecen todas sombras.
Sin ningún fin, salimos con un amigo, donde hicimos, bah el no tomó tanto, yo me bajé como media botella de vodka aproximadamente, cual me llevo a cantar y bailar temas de la agrupación Miranda en la calle, mientras esperábamos al colectivo.
Al llegar al sitio donde se alojan pooles de bares en Columbus, observé - yo voy construyendo el relato como puedo, porque como expresé, todo es asincrónico - a dos señores de unos 50 años, sentados en uno de los dos escalones de la entrada de una locación.
Yo les balbuceé unas palabras en que ni me acuerdo el idioma, ellos se pusieron de pie, como señal de caballerosidad, y me convidados cervezas, a lo que acepté. Creo que hablamos de crochet y corte y confección, porque no me acuerdo ni una palabra que, seguramente en inglés no expresé.
Entramos al primer bar, pedí un vodka puro, al que tomé en milesímas de segundo, y según me comentaron, lo festejé como un gol.
Luego, me tomé el atrevimiento de sentarme en cada mesa, por un instante de tiempo, supongo que, mínimo, y expresar alguna frase inconexa y sin sentido, pero siempre con una sonrisa de oreja a oreja, a pesar de la fealdad de mi rostro. Me dijo mi amigo que le tiré el celular con un "Pará de chatear!", pero no lo recuerdo.
En el segundo bar, fue más belicoso el asunto, me siento en la barra y solicito, no sé en que tono, un vodka. Parece que el barman me vio la cara desencajada y escuché: "No, a vos no te puede vender", yo insistí, un par de veces, y vino seguridad y a los empujones me echaron del sitio. Yo lo despedí con una sonrisa burlona.
En otros bares no hubo nada para comentar, sólo entrar a todos los baños de los bares a "echarme un cloro".
Llegamos con el micro cerca del hogar de mi amigo, y solicito una parada en un árbol, liberando mi alma, materialmente, sacándome de encima lo etilico que me mantenía denso fisicamente, pero ligero mentalmente, haciendo uso y abuso de los contrastes experimentados.

viernes, abril 03, 2015

La burocracia de sacar una visa














La burocracia, los trámites para los diferentes organismos, es algo con la que se mueve el mundo. El hecho que, para anotarse a un club, a una escuela, dependen de muchos pre requisitos, donde cierta gente nos quejamos.  Un personaje de Capussotto, encaratulado como “Beto Pateta”, describe los vericuetos para cambiar la categoría del monotributo, entre otros acaecimientos que, vale la pena, desdramatizar.

Para sacar la visa, necesitaba el pasaporte, pedi turno el 6 de Enero, con cita el 12 de Febrero, luego de una hilera, relativamente, corta: foto, huellas digitales y un papel para la recepción.  10 o 15 dias hábiles y con todos los feriados me lo entregaron un 12 de Marzo. El viaje contaba para el 27 de marzo. 

Una vez obtenido el pasaporte, cuatro horas demoré llenando el formulario, donde no estaba nada claro, bajo mi nivel de entendimiento.  Contestando preguntas del tipo si era terrorista, si viole a alguien, entre páginas y páginas de datos formales, pude llegar a pagar con tarjeta de crédito y concretar dos citas 16 y 17 de marzo.

El 16 de marzo por la tarde, con un trámite expeditivo: nuevamente foto y huellas digitales, me dieron cita para el 17 de marzo a las 8:30 hs en la embajada.

En la embajada con una fila de un centenar de personas, y un tipo que, estando adelante mío, se fumó casi media docena de cigarrillos. El reflejo de sol molestó bastante, y tenías que pasar por 4 pasos: el primero fue anunciarte, te volvías a sumar a la hilera, el segundo era revisarte que llevás, con muchos objetos restrictivos, un puñado de personas eran filtrados.

El tercer paso, nuevamente, te tomaban las huellas digitales y el cuarto y último paso, donde se contaba con mayor espera: un yanqui me preguntó: Si iba por turismo o negocios; de que trabajaba; y si tenía familia allá.

Por si fuera poco, por internet había que fijarte si la VISA estaba, yo estaba cagado porque estaba cerca de la fecha: Me la entregaron un jueves al mediodía en DHL ubicado en el centro. El viernes pude viajar, luego de cumplir con toda esta metódica burocracia.


Así como Beto Pateta, con el instinto vapuleado, y dependiendo de la vida civilizada, de la dependencia del otro para subsistir y parecer un ciudadano burgués, ante mi inmovilidad de cambio y colocarme a la altura de mi decadencia, de mi futilidad.